Si fuera alumno y viviera cerca, tengo claro que preferiría dar clase por la tarde. Así lo hice toda mi vida, cuando las clases terminaban a las 13:30 y volvíamos a las 17:30 para dar un par de horas.
Pero, curiosamente, casi ningún alumno, ni siquiera los que viven al lado del instituto, quiere dar clases por la tarde, según me ponen en las redacciones o en los debates que hacemos sobre el tema. Muchos porque quieren tener las tardes libres; otros porque lo más que conseguirían es ir a comer a una casa vacía donde tendrían que recalentarse la comida porque los padres están trabajando.
No lo puedo saber, claro, pero creo que si se hiciera el referéndum las cosas se quedarían como están.