En un caso por culpa de un equipo directivo que ninguneaba a los profesores que no éramos de su cuerda (¿yo qué iba a ser, si era un simple interino haciendo una sustitución de seis meses?), y que dejaba que el instituto fuera una selva en la que los alumnos podían acosar, insultar y maltratar a todo profesor que no les gustara sin la más mínima consecuencia. Ahí me salvó precisamente saber que estaba de paso en ese instituto y que más pronto que tarde me iría para no volver. Aun así, si el curso llega a haber durado un mes más creo que no lo habría aguantado. Durante el verano fui a un psicólogo porque le había cogido pánico a la enseñanza y no sabía cómo iba a responder al meterme en otro instituto en septiembre. Por suerte, estuve muy a gusto ese año de después.
En el otro caso en el que lo pasé muy mal, más recientemente,fue por un exceso de trabajo. Aunque me tocaron un par de grupos con alumnos muy problemáticos, el resto eran muy buenos chicos, los compañeros eran muy agradables, el equipo directivo muy cercano... Pero tuve la mala suerte de tener un grupo de cada nivel entre 1º de la ESO y 2º de bachillerato, y de que según la programación de mi departamento el número de exámenes por evaluación fuera desorbitado. Además, el instituto tenía una cantidad de papeleo y burocracia aún mayor de lo normal. Aguanté como pude, pero justo el 1 de julio, cuando ya liberé toda la tensión, pillé unas fiebres extrañas y dolores de estómago que me dejaron en la cama, y luego sin poder salir de casa porque no me tenía en pie, hasta pasado el día 20. Me hicieron todo tipo de pruebas, y el médico acabó achacándolo a agotamiento extremo.
Ahora sé que no mereció la pena. Debería haber buscado la forma de pedirme bajas (motivos tenía, con dolores de cabeza y estómago que me duraban hasta una semana tomase lo que tomase), o pedirle al médico reposos de hasta tres días, para reponer fuerzas y poder seguir unas semanas más antes de volver a caer. Pero supongo que una mezcla de profesionalidad (posiblemente mal entendida) y de miedo al qué dirán me impidieron hacerlo.
Siento mucho que tu problema venga originado en parte porque tus compañeros te ignoren o te menosprecien. Si no cuento a equipos directivos, nunca he tenido ese problema, por suerte. Me gustaría poderte decir que un traslado te llevaría seguramente a un sitio mejor, pero es muy difícil dar ese tipo de consejos. Dices que ya has estado en tres centros, y pienso que puedes haber tenido mala suerte, porque si bien uno no puede caerle bien a todo el mundo, sí suele ser posible encontrar un grupito de compañeros que te entiendan y te aprecien.
Si tu problema no está agravado por tener un exceso de trabajo, quizás podrías enterarte de si se está preparando alguna actividad para Navidad en la que puedas participar (algún festival de teatro, de música, preparación de decoraciones...) en los recreos, por ejemplo. Eso te permitiría tratar con algunos compañeros y alumnos en un ambiente algo más amable que un aula, y podrías empezar a verlos y, sobre todo, dejar que te vean, desde otro punto de vista.
Ya te han dicho que estaría muy bien que pudieras hacer actividades que te gusten por las tardes. Hacer algún deporte, apuntarte a un grupo de teatro o a un coro, a clases de cocina o de fotografía... Lo que sea, sobre todo si te permite estar con gente de fuera de tu ambiente de trabajo, más que tú sola. Gente con la que el trabajo no sea un tema de conversación (como puede pasar con otros compañeros o con tu familia en casa), para que puedas desconectar, recargar las pilas y tener la sensación de que estás aprovechando tu vida en cosas que te hacen feliz, aunque sólo puedas dedicarles un par de horas al día.
Otra cosa que se me ocurre es que quizás podrías pedirte una media jornada el curso que viene. Sobre todo si eres de una asignatura de dos o tres horas por semana, puedes llegar a tener dos días libres, más el fin de semana. De esta forma, posiblemente verías la enseñanza como algo más asequible y manejable, y no como algo que te está comiendo la vida, sin desconectarte del todo.
Lo siento si mis consejos te parecen simples o inútiles; son más o menos cosas que me ayudaron a mí (en mi caso, la actividad de los recreos fue un huerto, y por las tardes me apunté a boxeo dos días por semana y a un curso de cocina otras dos... Y los fines de semana mi suegra me enseñó a hacer punto, que encontré de lo más relajante).
Espero que encuentres la luz al final del túnel. Seguro que la hay, ya sea dentro de la educación, o fuera. Saber que siempre lo puedes dejar, cogiéndote una excedencia si es que no consigues uno de esos trabajos burocráticos que hay en la consejería, te da la tranquilidad de que no es algo irreversible.