investigadores en este país, junto con el CSIC) es un sistema muy cerrado y endogámico en el que no es fácil meter la cabeza. Por otro lado, hay poco dinero dedicado a investigación en España, y muchas veces, durante el doctorado o después, se depende de contratos asociados a proyectos que tienen una duración bastante limitada, con lo cual dependes por un lado de que el jefe de tu grupo de investigación vaya consiguiendo proyectos, de que esos proyectos lleven asociada una partida para contratar investigadores, y que él decida contratarte a ti y no a otro. Es relativamente fácil plantarte en los 40-45 años sin tener nada estable. Es una vida como otra cualquiera, aunque muy frustrante. Incluso no es raro ir cambiando de área de trabajo cada pocos años (lógicamente, dentro de unos límites), según vas a la caza de contratos de lo que sea.

Salir al extranjero te abre muchas más puertas, no sólo porque, lógicamente, tienes acceso a muchas más opciones, sino también porque por esos mundos la investigación preocupa un poco más que por éstos, y en comparación resulta más sencillo conseguir algo. Luego, además, cuando la gente ha estado trabajando fuera se da cuenta de que las condiciones laborales, tanto en cuanto a sueldo como en cuanto a instalaciones y medios para llevar a cabo tu investigación, no tienen nada que ver con lo que tenemos en España. Esto resulta en que gente que pilló un contrato en el extranjero con la idea de ir sumando méritos para querer volver finalmente ha decidido quedarse fuera y trabajar más cómodamente.

De los amigos que hicieron el doctorado a la vez que yo, te diría que prácticamente todos han pasado por el extranjero. Calculando a ojo, la mitad ha vuelto a España (un número no despreciable de ellos ha dejado la investigación, como yo, aunque mi caso es distinto porque yo me negué a irme al extranjero), y la otra mitad sigue por ahí, unos por elección y otros porque no ven forma de conseguir un trabajo, ni siquiera precario, aquí.