Rey, Milei, Argentina
CARLA DE LA LÁ
12/12/2023 08:44 ACTUALIZADO: 12/12/2023 08:44
El Rey sonriendo feliz y sosegado en la investidura del nuevo presidente argentino, Javier Milei. El Rey expresando sus filias y sus fobias a través de un gesto tan bonito e inocente como la sonrisa atronadora o el silencio (aún más sonoro) de su ausencia. ¡Bravo! Y bravo por el discurso de Milei acerca de lo que significa ser liberal.
Como no podía ser de otro modo, Sánchez no le ha felicitado en su investidura, denigrando a la mayoría de los argentinos, desconociendo la democracia y mostrando una vez más su personal catadura, su estilo, su grado de sofisticación intelectual y escasa cintura política. Porque todos sabemos que existen normas no escritas en la diplomacia internacional, donde felicitar a un nuevo líder es una de ellas, independientemente de las ideologías políticas. Se llama protocolo.
El protocolo y las buenas maneras se desarrollaron paulatinamente en las distintas culturas para evitarnos sufrir las miserias de nuestros congéneres y de paso permitirles a ellos esquivar las nuestras. La delicadeza de una sociedad es un indicador de su evolución estética y moral. Así como el buen estilo de una persona habla inequívocamente de su entendimiento y su sensibilidad.
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Cuando un presidente es elegido democráticamente, es común que líderes y mandatarios de otros países le ofrezcan sus felicitaciones. Este acto tiene múltiples dimensiones y razones subyacentes que Sanchez desconoce y aquí se las vamos a explicar:
Felicitar a un nuevo presidente confirma el valor de la democracia y de la de Legitimidad Internacional del proceso democrático; establece y apuntala relaciones diplomáticas constructivas y sanas. Un ejemplo notable es cuando el expresidente Barack Obama felicitó a Narendra Modi por su victoria en las elecciones indias de 2014, a pesar de las diferencias ideológicas, marcando el inicio de una relación diplomática más estrecha entre EE.UU. y la India.
La felicitación a un nuevo presidente fomenta las alianzas y la saludable cooperación Internacional. Cuando Angela Merkel felicitó a Jair Bolsonaro tras su elección en Brasil, a pesar de las claras diferencias en sus políticas medioambientales, se interpretó como un intento de mantener abiertas las puertas para el diálogo y la cooperación.
La felicitación, querido Sanchez, además es estratégica y promociona los intereses nacionales de un país; detrás de la felicitación reglamentaria, también pueden existir motivos relacionados con la utilidad para los españoles. Y un líder debe saber anteponer el bien de la mayoría, lejos de sus personales y emocionales apetencias, para mantener relaciones estables con el nuevo gobierno por razones económicas.
Otras veces, estos parabienes son sólo gestos de buena voluntad, buscando fomentar un ambiente positivo puesto que lo contrario, el desaire gratuito e innecesario, daña los vínculos diplomáticos, lo que sin duda dificultará la cooperación futura y las negociaciones bilaterales o multilaterales en asuntos clave como comercio, seguridad y medio ambiente.
La falta de gentileza siempre refleja una imagen negativa del emisor de la misma y en el caso de un político, o un líder, de su país a nivel internacional, afectando su reputación y credibilidad. Las de todos (todas y todes), Sanchez.
En definitiva, presidente, y esto no es mío, es de Schopenhauer: La cortesía es prudencia, la descortesía es una estupidez. Crearse enemigos tan inútilmente y con tanta ligereza es un desatino. La cortesía es, como las fichas de juego, una moneda notoriamente falsa. Economizar en esta clase de divisa es carecer de entendimiento; por el contrario, prodigarla es dar prueba de cacumen y de sentido común.
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