y lo sigue siendo, aunque ahora intenta asomar el hocico algo más, para hacerse perdonar.
Pero tiene la sartén por el mango. Hace del pánfilo de Haakon lo que quiere, desde el minuto 1. Aún recuerdo el guantazo que le dio en un viaje al bajar del avión. Lo nunca visto. Es una asalvajada en cuanto rascas un poco, por mucho que se haya hecho beatona con su propio libro de oraciones. Una manipuladora y una hipócrita de manual.
Harald está ya para sopitas y Sonja flaquea también últimamente. El panorama es pistonudo.