Lo que no me parece acertado son las preguntas. Se exige concreción, pero se preguntan algunas vaguedades como "peculiaridades". ¿Qué se supone que se debe entender como peculiaridad gráfica o fonológica en un texto que se ha identificado como del siglo XV: lo que diverge de la norma actual, o lo que diverge de la norma de su propia época? Hay que adivinar lo que tiene en mente el que hizo en examen.
En definitiva, a mí me parece un examen muy discutible, sobre todo por la forma tajante en que en algunas de las preguntas piden respuestas concretas. En especialidades humanísticas es complicado hacer preguntas de respuesta unívoca, y pedirlas se podría interpretar como una muestra de soberbia por el tribunal: que las únicas respuestas válidas sean las que ellos previamente han establecido. Ya sabemos que aquí no hay "temarios oficiales", y en lengua y literatura, dado el variadísimo enfoque y profundidad desde el que se puede abordar cualquier tema, es un poco sobrado pretender que solo tus respuestas sean las válidas.
Pongo como ejemplo la pregunta más sencilla, la de la metábasis: la palabra adiós (interjección) está usada como sustantivo, vale; pero en el DRAE ya aparece también recogida la acepción 'despedida', que la considera sustantivo de pleno derecho. Entonces, sincrónicamente, en la lengua de una autora del siglo XX, no sería una metábasis: la metábasis sería el procedimiento etimlógico de creación de esa acepción, pero eso es un análisis diacrónico de la palabra, que no es lo que se pide. Admito que este punto de vista puede ser discutible, pero la clave está ahí: en que es discutible, y por tanto sobra cualquier pretensión de que haya una respuesta unívoca. Aquí, como en otras preguntas, el señor del tribunal 1 que haya hecho el examen pecaría de soberbio, de que solo su respuesta es la buena. En lengua, y en las humanidades en general, no se trabaja así.
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